Hablamos sobre las diferencias en los patrones del sueño (no de la temática de los sueños ni de las posturas para dormir -podríamos tratarlo en futuros artículos…) entre hombres y mujeres. ¿Somos iguales? ¿Somos distintos? Te lo contamos… Pero te anticipamos que hay alguien que sale perdiendo….
Según los especialistas en sueño, “las mujeres, en promedio, necesitan 20 minutos más de descanso que el hombre y esto es porque la mujer tiene un cerebro con multitareas” (Dr. Jim Horne - Director del Centro de Investigación del Sueño de la Universidad de Loughborough, Gran Bretaña).
Durante el sueño profundo, la corteza cerebral (responsable de la memoria del pensamiento, el lenguaje, etc.), se desconecta de los sentidos y entra en ‘modo de recuperación’. Por tanto, cuanto más se use el cerebro durante el día, más necesitará recuperarse y, en consecuencia, precisará de más horas para ello.
Según el Profesor Horne, “las mujeres tienden a realizar múltiples tareas, hacen muchas cosas a la vez y son flexibles, por lo que usan más su cerebro que los hombres”. “Un hombre con un trabajo complejo que implique mucha toma de decisiones y pensamiento lateral también puede necesitar dormir más que el hombre promedio aunque, probablemente, no tanto como una mujer”. “Los cerebros de las mujeres están conectados de manera diferente a los de los hombres y son más complejos, por lo que su necesidad de sueño siempre será un poco mayor”.
Los constantes cambios hormonales a los que está sometido el cuerpo de la mujer lo hacen más vulnerable a los trastornos de sueño.
Varias sustancias naturales del cuerpo (triptófano -aminoácido, la serotonina -neurotransmisor sintetizado a partir del triptófano y la melatonina -neurohormona también sintetizadas a partir del triptófano) influyen en la calidad nuestro descanso. Estas sustancias están presentes en nuestro organismo, pero en diferentes proporciones según el sexo. Por ejemplo, el organismo masculino genera un 50% más de serotonina que el de la mujer.
Por otra parte, los estrógenos y la progesterona (hormonas básicamente femeninas) también influyen en la regulación del sueño. Los niveles de producción de estas hormonas está relacionada con episodios de insomnio y/o despertares nocturnos.
Es en la pubertad cuando se ponen de manifiesto las diferencias en el sueño entre niños y niñas: el inicio del ciclo menstrual (menarquia) y los periodos de ovulación (síndrome premenstrual) desencadenan un torrente hormonal que provoca interrupciones del sueño.
También durante el embarazo, la maternidad y la menopausia, períodos con cambios drásticos hormonales y emocionales, se acentúan los problemas en el sueño de las mujeres.
Si atendemos a trastornos tipificados de sueño (patologías de sueño), también encontramos diferencias significativas entre sexos.
Los hombres son más propensos a sufrir narcolepsia, apnea del sueño (4% de los hombres frente a un 2% en la mujeres) y terrores nocturnos.
En las mujeres, los trastornos más habituales son el Síndrome de Piernas Inquietas (RLS -por los cambios hormonales y la frecuente falta de hierro), fatiga e insomnio, además de patologías exclusivamente femeninas como la hipersomnia asociada al ciclo menstrual y embarazo.
Los dolores de cabeza por la mañana y los cambios de humor son síntomas frecuentes en las mujeres que sufren insomnio, pero no en los hombres.
Según la Academia Estadounidense del Sueño, en general, el sueño de las mujeres adultas tiende a ser más ligero y se altera con más facilidad que el de los hombres. Sin embargo, aunque los hombres tienen un descanso más profundo, tardan más en dormirse.
Ese sueño más ligero en las mujeres hace que se despierten con mayor facilidad ante el llanto de los ‘peques’ o cuando su compañero ronca y/o se mueve en la cama.
Y, por si fuera poco, según la Universidad de Surrey, las mujeres tardan más en recuperar el sueño. Es decir, una vez que se despiertan les resulta más difícil volver a dormir que a los hombres.
Investigadores de la Universidad Duke (EE. UU.) han demostrado que la falta de sueño incrementa, más en las mujeres que en los hombres, determinados biomarcadores (insulina, glucosa y dos proteínas inflamatorias) asociados a un mayor riesgo de sufrir obesidad, hipertensión, cardiopatías y diabetes tipo 2.
También parece demostrado que la falta de sueño en las mujeres está fuertemente asociado con altos niveles de estrés psicológico y mayores sentimientos de hostilidad, ansiedad, depresión e ira; sentimientos que no se asociaron en el mismo grado con la interrupción del sueño en los hombres.
Fuentes principales:
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